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Manteniendo el Enfoque Bíblico Durante El Embarazo: 2 Verdades Esenciales

Sin palabras. Así puedo describir el momento en el que mi esposo y yo descubrimos que seríamos padres por primera vez. Ambos soñamos con este momento, pero jamás pensamos que pasaría 6 meses después de nuestra boda. Nos sentimos bendecidos y nuestros corazones estaban llenos de gratitud y emoción. Sin embargo, a lo largo de los meses, mi visión se turbó gracias a las temidas náuseas y vómitos. Todo era agobiante. De repente, las alegrías anticipadas de la futura maternidad se habían distorsionado por las luchas físicas del embarazo. El dolor y el miedo se convirtieron en mi punto focal.

Cuando compartí mi experiencia con otras madres, descubrí que no era la única. Otras madres primerizas habían peleado esta batalla. Ellas también sufrieron y tuvieron una percepción borrosa durante esta etapa. Fue la Palabra de Dios lo que trajo claridad.

Verdad #1: Mi Cuerpo No Es Mio

1 Corintios 6:19-20 nos da la verdad fundamental de que nuestros cuerpos son “Templo del Espíritu Santo”. Jesús noscompró con su sangre al morir por nosotros en la cruz. Por lo tanto, no somos dueños de nosotros mismos, pero le pertenecemos a Dios. Era fácil para mí aceptar esta verdad hasta que empezó el primer trimestre de mi embarazo. Enferma y cansada de todos los cambios físicos, solo quería un descanso. Quería recuperar “mi cuerpo”.Como mujeres cristianas, somos tentadas a vivir nuestra fe en teoría. Sabemos la verdad. Estudiamos la verdad. Sin embargo, cuando viene la prueba se nos dificulta ponerla en práctica.

Santiago 1:22-24 dice: “No se contenten solo con oír la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica, es como el que se mira el rostro en un espejo  y después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es.” Dios uso la prueba para revelar en mi corazón el deseo de reclamar lo que no me pertenece. No me daba cuenta de que en mi diario vivir actuaba como dueña y señora de mi cuerpo en lugar de instrumento en las manos de mi creador. Al centrar mi mirada en la incomodidad, ignore la belleza del diseño de Dios.  El diseñó el cuerpo de la madre no solo para suplir sus propias necesidades, pero para naturalmente priorizar las necesidades de la nueva vida que crece dentro de ella.

Según un estudio realizado por 1JAMA Internal Medicine en Estados Unidos, concluyó que las náuseas y el vómito experimentado por las mujeres, generalmente durante el primer trimestre del embarazo, protegen al feto contra toxinas y patógenos en los alimentos y bebidas confirmando así la asociación protectora entre estos síntomas y un menor riesgo de pérdida del embarazo. Dios protegía a mi hijo del peligro en mi propio vientre. De manera, que mi perspectiva cambio de quejas a canticos. Algo tan horrible como las náuseas matutinas se convirtieron en un dulce recordatorio de el cuidado de Dios. Fui recordada de como Jesús sufrió dolor físico hasta la muerte para preservar nuestras almas y darnos vida eterna juntamente con Él. Gloria a Dios.

Verdad #2: Las Hormonas No Son Un “Pase Libre” Para El Pecado

La segunda verdad la encontramos en Santiago 1:26 “Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana.”

Refrenar la lengua. Algo que no queremos escuchar especialmente durante el embarazo. No olvidaré la primera vez que escuché esta pregunta. “¿Ya le gritaste a tu esposo?”.  Una amiga piadosa me lo preguntó con una sonrisa en su rostro. Compartió las diferentes ocasiones en las que sintió una sensación de alivio después de gritarle a su esposo mientras experimentaba molestias durante el embarazo. Terminó diciendo: “Está bien, cariño. Tienes un pase”. Me gustaría decir que esta fue la única instancia en la que se me hizo esta pregunta y se brindó tal consejo. Lamentablemente, la pregunta se volvió tan común como “¿Quieres azúcar en tu café?”. Así que, ¿Realmente será que las hormonas nos dan un “pase libre” para pecar? Por favor, no me malinterpretes, las hormonas son algo real. Son los mensajeros químicos del cuerpo. Permiten que el cuerpo sepa lo que sucede dentro de él. Si las hormonas hablaran dirían cosas como: “Estamos bien. Estamos comiendo suficientes proteínas, bebiendo agua, durmiendo bien y haciendo ejercicio adecuadamente. De tal manera que puedes sentirte tranquilo y concentrarte en tus tareas y ser productivo”. Como resultado, experimentamos todas estas sensaciones. Luego, llega el embarazo. Nuestras hormonas cambian de rumbo y comunican: “Espera, hay alguien dentro de ti. Ahora debemos trabajar doble turno. No hay suficiente hierro para los dos. La tierra mojada huele deliciosa, debería comer un poco. Odiamos el pollo y los huevos.  Ahora no puedes dormir. Estás inquieta. Nadie entiende tu dolor. Tu esposo está roncando a la par tuya. No es justo. Ahora no puedes controlarte. Tienes permitido gritarle. ¡Hazlo ahora!” Sospecho que algunas de ustedes pueden identificarse.

Las hormonas pueden influir en la forma en que pensamos y sentimos, mas no pueden determinar nuestras respuestas. Necesitamos la verdad.  Salmo 141:3-4, nos proporciona un arma para luchar en contra de los deseos pecaminosos: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; ¡Guarda la puerta de mis labios! No dejes que mi corazón se incline a ningún mal, para ocuparme en malas obras”.

Incluso cuando nuestra vista está nublada por las hormonas de un cuerpo pecaminoso y quebrantado, vemos que nuestra experiencia no excusa nuestro pecado. Esta es una noticia esperanzadora, a la futura madre que lucha con sus hormonas, Dios en su gracia brinda esperanza. En Su fidelidad, Dios proporcionará lo que nosotras, como madres embarazadas, necesitamos para honrarlo en nuestras relaciones y en la forma en que tratamos a los demás. Perseguimos la santidad incluso cuando nuestras hormonas predican algo diferente.

Conclusión: Meditar y Ministrar La Verdad

Querida hermana, la verdad de que nuestros cuerpos no nos pertenecen a nosotras y que las hormonas no son un pase para pecar son verdades que necesitaremos recordar no únicamente durante el embarazo, pero en cada una de las etapas de nuestras vidas. Por causa del pecado y nuestros cuerpos caídos lucharemos en contra de estas tentaciones a diario. Sin embargo, 1 Corintios 10:13 dice: “Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.” ¡Gloria a Dios por esta verdad! Dios proveerá lo que necesitamos para luchar en contra de los deseos de controlar nuestro cuerpo y de responder pecaminosamente cuando estamos siendo influenciadas por las hormonas. Dios es un Dios de compasión. Él es lento para la ira y grande en misericordia. Porque somos de Él, podemos ir a Él en busca de ayuda y luchar encontrar de cada uno de estos deseos. Porque somos de Él, podemos esperar gracia en los días en los que se nos hace difícil luchar. Si caemos, El Espíritu Santo trae convicción de pecado a nuestro corazón llevándonos al arrepentimiento y santificándonos. Porque somos de Él, aun en medio de los dolores del embarazo Él nos hace como Cristo aclarando nuestra perspectiva y ayudándonos a enfocarnos nuevamente en Él.

1https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/2553283

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