Enfrentar la muerte de un ser querido. Lidiar con conflictos familiares. Experimentar problemas en el trabajo o ser despedido de un empleo. Dificultades financieras. Sufrir por la fe. En esta vida, todos estamos destinados a enfrentar de frente las dificultades y las pruebas. La pregunta que se nos plantea, especialmente como cristianos, es esta: ¿cómo responderemos? Es muy tentador volverse amargado y adoptar un sentimiento de desesperanza. Pero ese es el camino del mundo, no el camino de la Palabra. Dios, a través de los escritos de Pedro, nos dirige a dónde debemos poner nuestra esperanza, incluso en medio de las circunstancias y dificultades de la vida. Esta esperanza es una esperanza viva en la resurrección de Jesucristo.

La esperanza viva que tenemos es por la misericordia de Dios y por la persona y obra de Jesucristo. La resurrección de Jesucristo asegura nuestra resurrección si, en verdad, nos hemos arrepentido de nuestros pecados y hemos confiado en Cristo como Señor y Salvador. Además, al mirar hacia atrás a nuestra salvación, vemos la obra de Dios, a saber, que “nos hizo nacer de nuevo” (1:3). Esta es una salvación que los profetas predijeron y que los ángeles anhelan contemplar (1:10-12). Podemos tener certeza de la esperanza por causa de Aquel que nos da la esperanza, porque Él nos guarda (1:5). Observa también que la esperanza viva que tenemos por medio de la resurrección es para que recibamos una herencia que es “incorruptible, incontaminada e inmarcesible” (1:4). En otras palabras, la herencia que recibimos como aquellos que hemos nacido de nuevo por medio de Cristo en el evangelio es una herencia eterna. Aunque ahora enfrentemos pruebas, dificultades y sufrimientos, son temporales (1:6), mientras que nuestra herencia es eterna.

Esta esperanza viva nos lleva a ver la vida y las dificultades desde una perspectiva diferente. Al ver las pruebas desde una perspectiva bíblica, el cristiano puede entender el propósito y el resultado previsto de las diversas dificultades de la vida. En medio del sufrimiento, hay una obra de refinamiento que Dios está haciendo para revelar la autenticidad de la fe en la vida del creyente. A medida que el cristiano persevera en estos tiempos, el resultado será honra de parte de Dios en la venida de Cristo (1:7). Por esto, nos regocijamos. No ponemos una sonrisa falsa ni nos alegramos solo por hacerlo. Más bien, encontramos genuinamente una razón para regocijarnos en medio de los sufrimientos, no por los sufrimientos en sí mismos. Todo esto se hace evidente cuando vemos que la razón por la que podemos regocijarnos es por causa de Jesús. Aunque no lo hemos visto cara a cara, por la fe lo amamos y creemos en Él. Por causa de su resurrección hemos nacido de nuevo. Por causa de Él recibimos una herencia eterna. Por causa de Él podemos enfrentar tiempos difíciles mientras seguimos regocijándonos. Por causa de Cristo, podemos tener una esperanza viva.

Preguntas para reflexión:
• ¿Cómo sueles responder a los sufrimientos y pruebas que enfrentas? ¿Cómo te guía la Palabra de Dios en tu manera de responder?
• ¿Qué papel desempeña la iglesia local en ayudarte a enfrentar estas pruebas con una perspectiva bíblica?

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